Como el mundo es redondo se aconseja no situarse a la izquierda de la izquierda, porque por esa pendiente el distraído, suele quedar de pronto a la derecha.Hay que escoger entre ser viento o ser veleta.
Armando Tejada Gómez - Poeta comunista

lunes, 28 de enero de 2013

Un Mundo, una América Latina y una Argentina diferentes



La contradicción principal es entre el imperialismo y la creciente resistencia de pueblos y gobiernos que luchan con la certeza de que un mundo mejor es posible.


Declaración Política del Secretariado Nacional del PCCE



Es en nuestro continente, tras siglos de saqueo y explotación, donde se crearon las mejores condiciones regionales para confrontar y derrotar al neoliberalismo.
El pasado 1 de diciembre se cumplieron 16 años de la fundación del Partido Comunista Congreso Extraordinario. Nos tocó nacer en circunstancias muy difíciles para nuestro país y para el mundo. Apelar siempre a la memoria histórica para tener presente de dónde venimos y comprender con justeza los fenómenos actuales, es parte de nuestro enfoque metodológico.
Veníamos de la derrota sufrida por la disolución de la Unión Soviética y el campo socialista. El imperialismo decretaba el fin de la historia, la muerte de la ideología del marxismo leninismo y anunciaba el fracaso definitivo de los intentos por construir un futuro socialista para la humanidad. Sin límites en el horizonte, los yanquis se lanzaban a nuevas guerras de conquista por el petróleo y los recursos naturales. El neoliberalismo se extendía como una mancha de aceite sobre todo planeta y América Latina tenía en la Argentina al mejor ejemplo de sumisión a los dictados del imperialismo. Sólo la Revolución Cubana, con Fidel y su pueblo heroico, afirmaba sus principios y banderas, y resistía la brutal embestida.
No se trata de historia antigua sino del pasado reciente y latente. Es por eso que este nuevo aniversario nos lleva a reflexionar sobre los profundos cambios producidos durante estos años, indudablemente impensados cuando realizamos aquel Congreso Extraordinario del Partido Comunista en el mes de diciembre de 1996.

Un mundo en transición


Podemos afirmar que vivimos un momento histórico de transformaciones en el escenario internacional, en su correlación de fuerzas, en el que se afirma un proceso de transición hacia un mundo multipolar. El signo de esta transición tiene dos elementos fundamentales. Por un lado, la creciente pérdida de la hegemonía mundial de los Estados Unidos y la profundización de la crisis estructural del neoliberalismo, que en tan sólo cinco años ha condenado a la pobreza a más de 50 millones de personas, especialmente en los países capitalistas desarrollados.
La contracara es el ascenso del torrente de naciones emergentes que a partir de alianzas estratégicas de gran poderío económico, político y hasta militar comienzan a jugar un papel decisivo en las discusiones globales con un sentido antineoliberal y una tendencia al antimperialismo. Están los países del BRICS, el Acuerdo de Cooperación de Shangai, las organizaciones de naciones latinoamericanas y del África. En su conjunto, representan la gran mayoría de la población mundial, del territorio y del comercio internacional. Los procesos de los países que como China, Vietnam y Cuba mantienen el objetivo socialista, afrontan los nuevos desafíos y contradicciones, y defienden la vigencia del marxismo leninismo respondiendo a los nuevos fenómenos.
No obstante, el escenario plantea crecientes peligros. En un contexto donde se agudiza la crisis del capitalismo, la tendencia dominante es a la intensificación de los conflictos. El imperialismo norteamericano es y será el enemigo principal de los pueblos, con sus “guerras perpetuas”, con su decisión de apropiarse de los recursos naturales y con su vertiginosa carrera armamentista. Apoyados en el complejo militar industrial y la OTAN buscan imponer a sangre y fuego su condición de gendarme mundial. Por eso persisten en sus provocaciones contra Siria, Irán y el pueblo palestino. El papel de Rusia y China y la firme decisión de los países emergentes han impedido hasta ahora nuevas aventuras militares.
La contradicción principal es entre el imperialismo y la creciente resistencia de pueblos y gobiernos que luchan con la certeza de que un mundo mejor es posible. Los cambios que se van gestando no nos llevarán en lo inmediato a un equilibrio en el mapa global. Sin embargo, se van creando las condiciones para construir un torrente de fuerzas que en dura lucha impongan la paz y la democracia en el mundo y donde muchos países puedan avanzar por la senda del progreso social y el socialismo.

El camino de América Latina hacia su segunda independencia


Por primera vez en 200 años se nos presenta la oportunidad histórica de avanzar en la integración de América Latina y el Caribe. Es en nuestro continente, tras siglos de saqueo y explotación, donde se crearon las mejores condiciones regionales para confrontar y derrotar al neoliberalismo.
Cuba Socialista supo mantener erguidos los principios del patriotismo, el latinoamericanismo y el antimperialismo. Surgieron entonces, como dijera Cristina, presidentes que se parecen a sus pueblos. Primero fue Chávez, luego Lula, después Néstor Kirchner. La batalla de Mar del Plata fue un punto de inflexión en la lucha contra la política anexionista de los Estados Unidos.
Cada país, con diferentes niveles de desarrollo, con distintos grados de conciencia alcanzados, con mayor o menor nivel de movilización popular, se ha incorporado al polo antineoliberal. Junto a países que como Venezuela, Ecuador y Bolivia proclaman desde sus particularidades su voluntad de avanzar hacia el socialismo, marchan otras naciones con sus proyectos nacionales y populares, con la consecuente decisión de profundizar la democracia, la soberanía y el camino de redistribución de la riqueza.
A pesar del peso aún hegemónico del imperialismo norteamericano, se han abierto brechas de soberanía nacional, regional y latinoamericana que no registran antecedentes. El rol de la UNASUR en la preservación de la paz y la estabilidad democrática; el camino de avanzada del ALBA; la refundación del MERCOSUR con la incorporación de Venezuela, Bolivia y próximamente Ecuador, que lo convierte en una potencia económica, política y militar; la creación de la CELAC y la posibilidad de contar con un instrumento continental, que sin la injerencia de los Estados Unidos ni Canadá, ubique a América Latina como actor de relevancia en el concierto de las naciones, jugando un papel protagónico en la lucha por la Paz, por la vigencia del derecho internacional, por la democratización de la ONU y por el respeto a la autodeterminación de los pueblos.
El enemigo siempre asecha. Los yanquis han desplegado un tipo de ofensiva novedosa en la región. Los golpes blandos, no convencionales, van ensayando formas de desestabilización política y económica que en apariencia no violan el “orden institucional”. Los sucesos de Honduras y Paraguay evidencian un accionar que se ha replicado y perfeccionado según las características propias de cada país, donde los monopolios multimediáticos juegan un rol determinante.
Sin embargo, la Patria Grande avanza. El hecho más reciente fue el triunfo histórico del compañero Hugo Chávez. Como nunca antes en su historia, América Latina marcha hacia su segunda y definitiva independencia.

Argentina, el Proyecto Nacional y el Frente necesario


El próximo 25 de mayo se cumplirán 10 años de la asunción de Néstor Kirchner y del inicio del rumbo político que cambió la historia de nuestra Patria. Es la década ganada. Aún con una correlación de fuerzas desfavorable frente a un enemigo poderoso, se han producido, en un breve periodo histórico, transformaciones políticas, económicas y sociales impensadas en una Argentina como la del 2001, donde se debatía nuestra disolución como Nación. Se ha revertido el proceso de entrega, saqueo y dependencia neocolonial que comenzó con la última dictadura. Recorrimos una década de reparaciones y de conquistas que no registran antecedentes en los últimos 60 años de nuestro país. En determinados casos, se trata de nuevos avances prácticamente inéditos en nuestra historia. Medidas coyunturales y cambios estructurales coexistiendo en un proceso de profundización democrática con mayor igualdad y más derechos políticos, sociales y económicos para nuestro pueblo. Con memoria, verdad y justicia e integración latinoamericana.
Estos cambios lograron imponerse sobre la furiosa reacción de los factores del poder real que apelaron a numerosas formas de lucha, acciones desestabilizadoras e intentos golpistas para truncar el rumbo de soberanía y justicia social. Será fundamental en esta etapa poder institucionalizar las conquistas alcanzadas para impedir cualquier intento de retroceso al pasado neoliberal.
La convocatoria de Cristina a la unidad y la organización reconoce como necesarias en este periodo histórico su conducción y el pleno respaldo a la defensa y profundización del proyecto nacional, popular, democrático y latinoamericanista. El kirchnerismo se ha convertido en la denominación común de los que se identifican con este rumbo. El peronismo kirchnerista es de hecho la fuerza principal y determinante, y está llamado a jugar un rol fundamental. Asimismo, Néstor Kirchner ya había advertido que sólo con el peronismo no alcanzaba para garantizar el éxito del Proyecto. La creación del Frente para la Victoria fue el primer intento para establecer una alianza entre el PJ y otras fuerzas políticas y sociales. El respaldo masivo de la joven generación y la aproximación de otros sectores políticos y sociales nos confirman lo oportuna que ha sido esta convocatoria de Cristina, que a nuestro entender propone contener, junto al PJ hegemonizado por el kirchnerismo, a otras identidades, lo que requiere una construcción con formas frentistas. Un Frente Nacional, Popular, Democrático y Latinoamericanista como quería Néstor. Un puente de plata para las necesarias transformaciones de fondo en nuestra Patria.
Por eso entendemos que la decisión de poner en pie a Unidos y Organizados constituye un paso estratégico que trasciende las coyunturas electorales. El desafío es construir la fuerza que esté en condiciones de defender lo conquistado frente a los golpes de los monopolios y la reacción, y de garantizar la continuidad del Proyecto Nacional más allá del 2015, con Cristina como candidata o como la gran electora.

El compromiso de los comunistas


Los comunistas somos parte activa y plenamente comprometida con este rumbo encabezado por la Presidenta, y estamos dispuestos a destinar todos nuestros esfuerzos y voluntad para conquistar más democracia, más soberanía, más justicia social y más latinoamericanismo.
Desde el Congreso Extraordinario realizado los días 30 noviembre y 1 de diciembre de 1996, fuimos recorriendo un camino en el que afirmamos nuestras convicciones ideológicas y una línea política, que hemos llevado adelante con coherencia y una fuerte voluntad política. Frentismo de liberación, unidad de los revolucionarios y construcción de Partido fueron los ejes principales de nuestra acción política. Asimismo, nunca cejamos en la lucha por la necesaria unidad de los comunistas.
No concebimos una organización creciendo en sí misma, contemplándose el ombligo, sino la construcción de un fuerte Partido Comunista que pueda contribuir decididamente al proceso de unidad de los revolucionarios en la Argentina.
Entendemos que el rumbo político abierto el 25 de mayo de 2003 constituye un valioso aporte en la lucha por alcanzar el objetivo revolucionario de la liberación nacional y social y el camino argentino al Socialismo, que nos permita resolver los problemas estructurales de nuestro país y alumbrar un futuro pleno para nuestro pueblo. Esas son las convicciones históricas de los comunistas.
Las mismas convicciones que abrieran un surco en los debates de 1917 y resonaran, hace 95 años en el salón de La Verdi del barrio porteño de La Boca, aquel memorable 6 de enero de 1918, día de la fundación de nuestro querido Partido Comunista de la Argentina.
La decisión de poner en pie a Unidos y Organizados constituye un paso estratégico. Debemos garantizar la continuidad del Proyecto Nacional más allá del 2015, con Cristina como candidata o como la gran electora.
No concebimos una organización creciendo en sí misma, sino la construcción de un fuerte Partido Comunista que pueda contribuir decididamente al proceso de unidad de los revolucionarios en la Argentina.