Como el mundo es redondo se aconseja no situarse a la izquierda de la izquierda, porque por esa pendiente el distraído, suele quedar de pronto a la derecha.Hay que escoger entre ser viento o ser veleta.
Armando Tejada Gómez - Poeta comunista

jueves, 30 de julio de 2015

Héctor Pablo Agosti, el comunista, el intelectual orgánico de Gramsci. ...la claridad radiante de los tiempos nuevos...

Ensayista, periodista y político argentino, nacido en Buenos Aires en 1911 y fallecido en su ciudad natal en 1984. Autor comprometido con la izquierda marxista, fue uno de los intelectuales más relevantes del PCA (Partido Comunista Argentino) -en el que ejerció como máximo referente cultural y responsable de la Comisión Nacional de Asuntos Culturales-, e introdujo en Hispanoamérica la obra del ideólogo italiano Antonio Gramsci.
Alentado desde su temprana juventud por una firme vocación política, en 1927, cuando sólo contaba dieciséis años de edad, se afilió al PCA, en cuyas filas habría de permanecer durante el resto de su vida. Pronto quedó cautivado por la figura y el ejemplo del intelectual materialista Aníbal Ponce (1898-1938), y decidió procurarse también una excelente formación humanística que le permitiera desarrollar a fondo su ideología política. Así, en 1929 ingresó en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, donde enseguida sobresalió como uno de los principales dirigentes del movimiento político estudiantil, al tiempo que destacaba entre los teóricos de las corrientes izquierdistas de la Reforma Universitaria.
Su infatigable labor como activista político e intelectual de referencia comenzó a hacerse patente desde aquel período universitario. Junto a otros compañeros que compartían sus ideas marxistas, fundó la agrupación política estudiantil Insurrexit, en la que militó también un jovencísimo Ernesto Sábato, autor, por aquel tiempo, de un furibundo panfleto titulado "Quince años de derrotas bajo el signo de la Reforma", difundido por los miembros de Insurrexit. Por su parte, el propio Agosti se reveló como un prometedor ideólogo tras divulgar, por idéntico cauce, su folleto "Crítica de la Reforma Universitaria", escrito por sugerencias de su guía y mentor Aníbal Ponce.
Como no podía ser menos durante aquel turbulento período de la historia de Argentina -denominado por algunos historiadores "la Década Infame"-, Héctor P. Agosti fue perseguido y encarcelado en varias ocasiones, en respuesta a su briosa actividad de agitador político y, también, a los incendiarios artículos periodísticos que le otorgaron un merecido prestigio intelectual. A lo largo de su vida, publicó numerosos escritos de esta índole en los rotativos Crítica, El Sol y Clarín, de Buenos Aires, y llegó a dirigir el diario Bandera Roja y los semanarios Orientación y Nuestra Palabra, órganos del Partido Comunista Argentino.
Reducido a presidio entre 1930 y 1932 -en pleno mandato dictatorial de José Evaristo Uriburu-, apenas recobró la libertad cuando volvió a ser encarcelado, esta vez por un período de cuatro años (1933-1937). Durante su forzosa reclusión, escribió varios ensayos políticos que, reunidos en un volumen a su salida de la cárcel, constituyeron su primer libro impreso, publicado bajo el elocuente título de El hombre prisionero (Buenos Aires, 1938). En esta interesante obra de juventud, Agosti dejó bien patentes las líneas políticas por las que deseaba conducirse, al señalar, entre los principales intelectuales revolucionarios de Hispanoamérica, al peruano José Carlos Mariátegui y al cubano Julio Antonio Mella, omitiendo los nombres de las cabezas visibles del Partido Comunista Argentino (con las que, a la sazón, discrepaba el joven militante).
Una vez puesto en libertad, Héctor Pablo Agosti -que habría de volver a la cárcel en otras tres ocasiones, siempre por mor de su encendida defensa de las libertades y su frontal rechazo a cualquier forma de autoridad dictatorial- se hizo un hueco en el PCA, a pesar del recelo con que le miraban esos líderes a los que el joven escritor no había señalado como modelos perfectos del intelectual revolucionario (principalmente, los dirigentes comunistas Victorio Codovilla y Rodolfo Ghioldi, célebres por su radical estalinismo). Sobrevivía, por aquel tiempo, merced a su oficio de crítico literario, que había comenzado a ejercer, con asombrosa precocidad, en 1928, cuando publicó sus primeros artículos y reseñas en la revista Claridad. Posteriormente, ejerció la crítica en otras publicaciones como Nosotros y Cursos y Conferencias, esta última dirigida por su maestro y amigo Aníbal Ponce.
Su intensa labor periodística le llevó, a lo largo de su dilatada trayectoria profesional, a dirigir otras publicaciones como las revistas Nueva Gaceta y Expresión. Pero su mayor éxito profesional en esta faceta periodística lo alcanzó al frente de la revista Cuadernos de Cultura, cuya dirección asumió cuando la publicación apenas sumaba unos pocos números de existencia. Agosti la convirtió en uno de los principales foros de investigación y discusión de la historia y el pensamiento argentinos, velando en todo momento por la especificidad de su ámbito geocultural (lo que implicaba luchar constantemente contra la presión de Moscú y los comunistas prosoviéticos argentinos como los citados Codovilla y Ghioldi, pero sin apartarse nunca de esa ortodoxia marxista que inspiraba a Agosti y al resto de los redactores y colaboradores de Cuadernos de Cultura). En tan complejo ejercicio de equilibrio político, Héctor Pablo Agosti se mantuvo al frente de la prestigiosa publicación durante un cuarto de siglo (1951-1976).
En el momento de hacerse cargo de Cuadernos de Cultura, Agosti era ya un acreditado ensayista, tanto por su ya mencionado volumen El hombre prisionero como por otros ensayos posteriores como Cuaderno de bitácora (1942) y, sobre todo, Defensa del realismo (Montevideo, 1945), que alcanzó una notable difusión tanto en Argentina como en otros muchos lugares de América y Europa. Entre otras muchas figuras relevantes del marxismo internacional, el filósofo francés Henri Lefebvre se dirigió por escrito al ensayista bonaerense para testimoniarle el entusiasmo que le había producido la lectura de Defensa del realismo, acerca de la cual pensaba que "pocos textos se han escrito más serios, más profundos que esas líneas".
A comienzos de los cincuenta, coincidiendo con su desembarco en la dirección de Cuadernos de Cultura, Héctor P. Agosti emprendió la ardua tarea de difundir el pensamiento de Gramsci en Argentina. Su esfuerzo fue tan tenaz y fecundo que, en la actualidad, desde una perspectiva histórica aclarada por el paso de los años, puede afirmarse que las ideas del gran político y pensador italiano arraigaron en Argentina (y, prestamente divulgadas desde allí, en toda Hispanoamérica) antes que en los Estados Unidos de América o en los países europeos donde habrían de tener mayor influencia (como Francia, Alemania o el Reino Unido). Agosti fue el principal responsable de esta divulgación: en 1950 tradujo al castellano las célebres cartas de Gramsci, y entre 1958 y 1962 hizo lo propio con su obra Cuadernos de la cárcel. Además, escribió un valioso ensayo, Echeverría (1951) en el que se sirvió de la categorías de análisis establecidas por Gramsci para examinar la cultura nacional argentina del siglo XIX, y llegar a la conclusión de que, en dicho período, "se agotó el papel histórico de la burguesía argentina". Dicho de otro modo, Agosti, siguiendo las pautas que Gramsci aplicó a la cultura italiana, afirmó en este ensayo que la burguesía argentina del siglo XX estaba aquejada de una total impotencia política, originada en la falta de impulsos que, desde sus orígenes, le impedía emprender la marcha. En este análisis -que coincidía con el punto de vista de otro prestigioso intelectual comunista argentino, Ernesto Giudici-, Héctor Pablo Agosti volvía a mostrar sus desavenencias con la clase dirigente del PCA, que por aquel tiempo reconocía en la burguesía nacional una notable capacidad para contribuir a la democratización del país.
Miembro del consejo de redacción de la revista francesa Recherches Internationales, Agosti incrementó su prestigio dentro y fuera de Argentina con una serie de cursos y conferencias que dictó en las principales universidades de Uruguay, Chile, Ecuador, Venezuela y la Unión Soviética. Compaginó este denso trabajo intelectual con su infatigable labor periodística y con su fructífera dedicación al cultivo del ensayo, género que, además de la política, le permitió abarcar temas literarios, culturales, históricos, etc. Entre sus obras ensayísticas no citadas hasta ahora cabe recordar la titulada Nación y cultura (Buenos Aires, 1959), en el que Agosti rescata la figura y las ideas de Gramsci para alertar sobre la necesidad de "modernizar" o actualizar el comunismo a los nuevos rumbos tomados por las sociedades democráticas de todo el mundo. Por aquel tiempo, entusiasmado por el triunfo de la Revolución Cubana, Agosti se lanzó de lleno a impulsar una corriente cultural renovadora dentro del PCA, fundamentada en sus propios escritos y, desde luego, en las ideas de Gramsci. Ciertamente, el intelectual bonaerense no se atrevió a llevar estas divergencias culturales al campo de las ideas políticas, por lo que no llegó a dar el paso decisivo de romper radicalmente con el PCA; pero dejó sentadas las bases para que esta acción fuera llevada a cabo por sus discípulos, entre los que destacaron José Aricó y Juan Carlos Portantiero.
Galardonado en 1978 con el Premio Aníbal Ponce (otorgado por la asociación "Amigos de Aníbal Ponce"), Héctor Pablo Agosti ocupó cargos tan relevantes en la vida cultural argentina de mediados del siglo XX como el de secretario de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), secretario de la Agrupación de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores (AIAPE), presidente del Encuentro Nacional de los Argentinos (ENA) y miembro del Comité Ejecutivo del Partido Comunista de Argentina.
Además de las obras citadas en parágrafos anteriores -a saber: El hombre prisionero (1938), Cuaderno de bitácora (1942), Defensa del realismo (Montevideo, 1945), Echeverría (1951) y Nación y Cultura (1959)-, el político e intelectual bonaerense dio a la imprenta otros ensayos tan dignos de mención como Emilio Zola (1941), Literatura francesa (1944), Ingenieros, ciudadano de la juventud (Buenos Aires, 1945), Para una política de la cultura (1956), El mito liberal (1959), Tántalo recobrado (1964), La milicia literaria (1969), Aníbal Ponce. Memoria y presencia (1974), Las condiciones del realismo (1975), Prosa política (1975), Ideología y cultura (1978), Cantar opinando (1982) y Mirar hacia delante (1983). También vio la luz su Correspondencia con Enrique Amorin.
 

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.

miércoles, 29 de julio de 2015

Proyecto nacional o ajuste neoliberal


El drástico giro en las negociaciones llevadas adelante entre Grecia y la Troika europea puso en evidencia de forma descarnada una disyuntiva de fondo que no sólo es Argentina, sino también latinoamericana y mundial. Las potencias de la eurozona (encabezadas por el fundamentalismo conservador alemán) procuraron enviar una señal ejemplificadora frente a quienes osen desafiarlas con posiciones soberanas. Con una deuda externa que representa al 175% de su PBI, Grecia se encamina a un ajuste liso y llano que golpeará aún más las deterioradas condiciones de vida de las mayorías en la nación helena. El tiempo dirá si queda algún margen de rectificación o si estamos ante la capitulación de una experiencia que resultó novedosa en una Europa convulsionada. Esto nos tiene que ayudar a mensurar la estatura política de Néstor Kirchner, quien en circunstancias tanto o más dramáticas se plantó, no vaciló, y avanzó con firmeza y determinación en el camino que reinstaló a la Argentina en la lucha por su segunda y definitiva independencia.
Como pocas veces se concentraron, en cuestión de días, acontecimientos globales de envergadura atravesados por esta disputa más general entre el imperialismo y quienes impulsan (en dura confrontación con el neoliberalismo) el tránsito hacia un mundo multipolar. Los países integrantes del BRICS resolvieron en su VII Cumbre realizada en Rusia la puesta en marcha a partir del próximo año del Banco de Desarrollo, con un capital inicial de 100 mil millones de dólares. En simultáneo sesionó la Organización de Cooperación de Shanghái, que inició el proceso de incorporación de la India y Pakistán al poderoso bloque multilateral también encabezado por Rusia y China. Sin mediar muchas horas, se informaba al mundo del histórico acuerdo alcanzado entre el G5 + 1 e Irán respecto al programa nuclear iraní, en lo que constituye una conquista para la paz mundial, entre otros motivos porque desmantela un escenario de provocaciones permanentes en el corazón de Medio Oriente. No es casual la destemplada reacción del núcleo guerrerista del imperialismo norteamericano y el Estado sionista de Israel.
Mención aparte merece la gira de Francisco I por Ecuador, Bolivia y Paraguay. Parado sobre una América Latina que dejó de ser el patio trasero de los yanquis, el jefe del Estado Vaticano profundizó ante millones sus críticas al orden económico y financiero global, condenó el colonialismo cultural insuflado por los medios monopólicos de comunicación, y pidió perdón en nombre de la Iglesia por el genocidio cometido durante la Conquista de América. Objetivamente, comparte posiciones en la coyuntura actual con quienes luchamos porque un mundo mejor es posible (como vaticinó Fidel hace ya 25 años.) El momento de su visita también resultó oportuno: nuestro continente atraviesa horas de tensión a partir de procesos de desestabilización en curso en Ecuador, en Brasil y en Venezuela, impulsados por quienes pretenden revertir la creciente pérdida de hegemonía del imperialismo y sus aliados.
Es en este marco que se desarrolla el proceso de definiciones electorales en nuestro país, donde está en juego la continuidad del proyecto nacional o el retorno al infierno de los ’90. La concatenación de acciones promovidas por el enemigo durante los últimos días (entre ellas la presión sobre el dólar y la escalada del mercado ilegal, o la extorsión de la corporación judicial frenando la ley de subrogancias y disponiendo operativos persecutorios con el solo fin de esmerilar la candidatura del compañero Máximo Kirchner) dan cuenta del rabioso nerviosismo que obnubila a los factores de poder real en la Argentina, en particular desde la presentación de la fórmula presidencial del Frente para la Victoria y el cierre de listas de candidatos en los cuerpos legislativos nacionales, provinciales y municipales.
Desde la fundación del PCCE hemos luchado consecuentemente ubicando al enemigo principal y concibiendo la necesidad de la unidad más amplia contra el neoliberalismo. Que esa unidad debía organizarse y no de cualquier manera, sino adquiriendo formas frentistas. Por eso nos sentimos tan identificados con las palabras de la compañera Cristina -conductora de nuestro espacio político- del pasado 9 de julio en Tucumán: “La idea del frente no es una formación teórica ni una forma jurídica, es la comprensión, es la convicción de que con un solo sector político del país no alcanza, que hace falta convocar a todos los demás, a todos los hombres y mujeres que de distintas identidades políticas e históricas creen que la Patria sigue siendo lo más importante. Y a ellos los convocamos”.
Los comunistas vamos a seguir aportando a la construcción frentista del kirchnerismo desde nuestra identidad, nuestra ideología y nuestra línea de acción política. Así ha sido desde el 25 de mayo de 2003.


Editorial de "Nuestra Palabra", periódico del PCCE

www.pcce.com.ar

lunes, 13 de julio de 2015

1969: Estados Unidos comienza a retirar parte de su tropa de Vietnam


Los orígenes de la guerra
Los orígenes de la guerra de Vietnam se remontaban a la larga y encarnizada lucha del pueblo vietnamita contra el dominio colonial francés. En 1932 el títere Bao Dai regresó de Francia para reinar como emperador de Vietnam bajo los franceses. Ho Chi Minh y sus seguidores crearon el Partido Comunista Indochino en 1930. Su principal objetivo era luchar contra el dominio colonial francés y como siempre tuvo un fuerte elemento nacionalista. Igual que en China, la lucha por la emancipación social estaba inseparablemente unida a la lucha por la liberación del dominio colonial.
La Segunda Guerra Mundial convirtió todo en un caldero hirviendo. En septiembre de 1940 las tropas japonesas ocuparon Indochina, pero dejaron a los franceses seguir con su administración colonial de la región. El avance de Japón por el sur de Vietnam en julio de 1941 desencadenó un boicot petrolero por parte de Gran Bretaña y EEUU. La consiguiente escasez de petróleo obligó a Japón a entrar en guerra contra EEUU y Gran Bretaña, el resultado fue Pearl Harbour y la declaración de guerra por parte de EEUU.
Los vietnamitas la denominaron: "Chien Tranh Chong My Curu Nuoc" o "la guerra contra los norteamericanos para salvar la nación". En esta guerra unos 58.000 soldados estadounidenses murieron en combate y otros 304.000 resultaron heridos. Pero el significado de estas cifras palidece cuando se comparan con las bajas sufridas por los vietnamitas. Casi 1.400.000 vietnamitas del sur y el norte murieron durante la guerra.
Además hay que añadir otros 2.100.000 heridos. Fue una de las guerras más sangrientas de la historia y se cobró un número especialmente elevado de bajas civiles. El número total de vietnamitas muertos en este conflicto nunca se sabrá pero, probablemente, no bajó de los 3 millones, y el número total de heridos no fue inferior a los 8 millones.
En 1960 Hanói creó el Frente de Liberación Nacional (conocido como Viet Cong) para luchar contra Diem y unificar el país. Contaba con el apoyo de Moscú. Los luchadores del FLN consiguieron éxitos importantes en el sur. Para alejar a las guerrillas de los campesinos, las tropas de Diem quemaron aldeas enteras. Los habitantes fueron trasladados a "aldeas estratégicas" fortificadas, pero bajo supervisión de asesores norteamericanos. Esta política se llevó a cabo con una brutal coerción y era tan impopular entre los campesinos que éstos entraban en tropel en las filas guerrilleras.
Las razones por las que EEUU se implicó en Vietnam no tenían nada que ver con la "democracia", como claramente demuestran sus acciones. Estaban dictadas por la defensa de los intereses imperialistas y por cuestiones estratégicas, como eran la necesidad de contener a Rusia y China, y detener el avance del "comunismo" en Asia. El 4 de abril de 1954 se publicó un artículo titulado: EU News and World Report, en él se decía lo siguiente:
"Al vencedor en Indochina se le abrirá una de las zonas más ricas del mundo. Ahí está el creciente interés de EEUU... peltre, caucho, arroz, la producción primaria estratégica clave son las verdaderas razones de esta guerra. EEUU considera esta región como una zona a controlar, con los métodos que sean necesarios".
En Washington crecía el temor a la caída de Vietnam y que ello provocara un "efecto dominó" en toda Asia. Robert McNamara, Secretario de Defensa norteamericano en aquel momento, explicaba:
"El objetivo era evitar que el dominó se desmoronara. La pérdida de Vietnam desencadenaría la pérdida del Sudeste Asiático y, es posible que incluso la pérdida de la India, y fortalecería las posiciones chinas y soviéticas en el mundo".
La Unión Soviética entregó una considerable ayuda a Vietnam del Norte. Moscú envió misiles a Vietnam del Norte, más de mil asesores soviéticos trabajaban en la defensa aérea contra los norteamericanos. Este era un factor serio que limitaba las posibilidades de agresión norteamericana contra el norte. Sin embargo, la escala de esta ayuda afectó adversamente a las crecientes tensiones entre las burocracias china y rusa, que entonces estaban involucradas en una lucha encarnizada dictada por los estrechos intereses nacionalistas de ambas partes. Fyodor Mochulski, representante del embajador soviético en China comentó:
"Los chinos querían que les entregáramos todo el equipamiento militar para Vietnam en la frontera chino-soviética y que China después se lo pasaría a los vietnamitas. Descubrimos más tarde que los chinos no estaban entregando nada, parte del equipamiento descargado se lo quedaban ellos".
Esta idea es apoyada por Igor Yershov, asesor militar soviético en Vietnam:
"Lo que me sorprendió fue que podíamos enviar los misiles antiaéreos más modernos a Egipto, un país capitalista, pero no a Vietnam. Nuestros comandantes solían decir que era porque existía el peligro de que cayeran en manos de los chinos".
La Ofensiva Tet
Ahora en general se reconoce que Vo Nguyen Giap fue uno de los generales más brillantes del siglo XX. Se entrenó en las tácticas de la guerra de guerrillas en la larga lucha contra el imperialismo francés, donde sus pequeñas fuerzas lucharon contra una fuerza mucho mayor, mejor entrenada y equipada. En estas condiciones, Giap desarrolló una estrategia para derrotar a sus superiores oponentes. No era simplemente superarles tácticamente sobre el terreno, sino socavar su decisión a luchar mediante infligiendo derrotas políticas desmoralizadoras con tácticas audaces e inesperadas. Su lema era el de Danton: "!de l'audace, de l'audace et encore de l'audace!" (audacia, audacia y una vez más audacia). En ninguna otra parte fue más evidente que en la Ofensiva Tet.
Las armas se llevaban por separado en carretas de flores, ataúdes y camionetas aparentemente llenas de verduras y arroz. Tong Viet Duong, un guerrillero del FLN en Saigón, describe los preparativos de la Ofensiva Tet:
"Los taxis llevaban crisantemos a Saigón para el mercado Tet. Ocultos debajo de ellos iban los AK-47. La población apoyaba la revolución. Nos ayudaban, éramos capaces de atravesar la seguridad de la ciudad. Cambiamos nuestras ropas y llevábamos documentos de identidad falsos. La gente de Saigón nos ocultaba en sus casas".
Giap dijo: "Para nosotros no existe algo parecido a una única estrategia. La nuestra siempre es una síntesis, simultáneamente militar, política y diplomática, por esa razón, claramente, la Ofensiva Tet tenía múltiples objetivos".
Entre los norteamericanos crecía la percepción de que era una guerra invencible. El ambiente se volvió en contra de la guerra incluso entre la clase dominante estadounidense.
Estados Unidos empieza a retirar sus tropas
El 15 de noviembre de 1969, 250.000 personas se manifestaron contra la guerra en Washington. El 4 de mayo de 1970, la Guardia Nacional mató a cuatro estudiantes en la Universidad del estado de Kent en Ohio. Los asesinatos provocaron cientos de actividades de protesta en todos los campus universitarios de EEUU.
Ya en 1969 toda una compañía de la Brigada de Infantería Ligera 196 se sentó en mitad del campo de batalla. Más tarde otra unidad de la famosa Primera División Aerotransportada se negó, delante de las cámaras de la CBS, a avanzar en un sendero peligroso.
La derrota del imperialismo norteamericano en Vietnam fue un acontecimiento muy progresista y fue recibido con entusiasmo por los trabajadores del mundo y por la corriente marxista. Permitió la reunificación del norte y el sur, permitió al pueblo vietnamita decidir su propio destino. Pero una década de guerra brutal había reducido Vietnam a cenizas, sus ciudades bombardeadas, sus industrias destruidas, su agricultura, transporte e infraestructura desbaratada.