Entorpecer el proceso electoral en la Argentina es el recurso que le queda al imperialismo para tratar de impedir un nuevo triunfo del Frente para la Victoria el 25 de octubre y forzar un cambio de rumbo en nuestra Patria, pieza fundamental del engranaje regional. El mismo libreto precedió a las últimas elecciones presidenciales en Brasil (donde Dilma fue reelecta) y más agudo es el marco en Venezuela de cara a los comicios legislativos de diciembre. Sobre ese eje golpean los yanquis, concientes de que allí se sostiene la unidad continental.
En diferentes pasajes de su memorable discurso del pasado 20 de agosto (cadena nacional y tres patios) la compañera Cristina anticipó estos intentos por enlodar la disputa electoral. Concretamente, habló de la “agencia muy importante de investigaciones e informaciones que está en un país del Norte y que suele tener intervención en la política de América del Sur” (CIA). La Presidenta historió desde el golpe contra Allende hasta nuestros días. En el caso de nuestro país, responde a reacciones desesperadas de la derecha por torcer un escenario político-electoral que les resulta adverso.
La campaña sucia se orquesta de diferentes formas; van probando y midiendo según los resultados, con objetivos geográficos claramente seleccionados. Al fantasma del fraude lo agitaron previo a las PASO, buscaron algún grado de confusión en la Provincia de Buenos Aires, pero el desempeño del FpV fue contundente y quedaron pedaleando. Luego se montaron sobre el drama de las inundaciones, apelando a grados de oportunismo obsceno y explícito. Utilizaron la muerte de un joven en Jujuy para insuflar una sensación de violencia política que no existe. Finalmente se producen los acontecimientos de Tucumán, donde procuran embarrar el triunfo del candidato del Frente para Victoria, con 14 puntos de diferencia por sobre todo el arco opositor unido.
El compañero Carlos Zannini apuntó que “esto es un ensayo de lo que van a querer hacer en octubre”. No es casual tampoco que sean la Provincia de Buenos Aires, la región norte del país y la Provincia de Santa Cruz donde se replican las acciones desestabilizadoras. Quisieran imponer allí el “voto calificado”, mientras explican al voto popular como un “menjunje feudal y prebendario”. El propósito del enemigo ya no es inconfesable, lo sincera Joaquín Morales Solá cuando exterioriza sus deseos bajo el título El peor final: violencia y sangre (La Nación - 26.08.2015). El desbocado tenor de lo que escriben los escribas de La Embajada refleja en esencia la profunda impotencia que los embarga, más aún con una oposición política que patina consecuentemente.
¿Pero de qué intentan distraernos cuando nos enredan en este encadenamiento de provocaciones? De los dos proyectos de país que confrontan en las próximas elecciones, del proceso de cambios profundos en un sentido democrático, patriótico y latinoamericanista, de los 12 años de conquistas para nuestro pueblo.
No quieren que hablemos del índice de desocupación (hoy en el 6, 6 por ciento), el más bajo desde 1991, o de las 4880 obras hídricas realizadas -por un valor de 122 mil millones de pesos- sin las cuales la combinación cambio climático + especulación inmobiliaria produciría mayores tragedias. No quieren que hablemos del proyecto de ley que blinda la participación accionaria del Estado en las empresas, que alcanzan un valor de 63.781 millones de pesos (Fondo de Garantía de Sustentabilidad). Quien quiera privatizarlas, tendrá la trabajosa tarea de reunir dos tercios de los votos del Parlamento.
En un fraterno diálogo con la militancia que colmó una vez más los patios de la Rosada, Cristina hizo verdadera docencia política; no sólo en la caracterización de la coyuntura actual (nacional, latinoamericana y mundial) sino en particular respecto a las responsabilidades que tenemos quienes integramos el Frente para la Victoria. Nuevamente nos exhortó a preservar la unidad, a ser inteligentes y no sucumbir ante el sectarismo, a ser capaces de seguir sumando voluntades e integrar a todos aquellos que estén dispuestos a luchar por la defensa y profundización de las conquistas alcanzadas. Nos recordó que el candidato es el proyecto y que, en las actuales condiciones de nuestra Patria, retroceder es traicionar. Como decía José Martí, “va a la vanguardia quien ve más lejos”. Esa es Cristina.
Editorial de "Nuestra Palabra", Periódico del Partido Comunista Congreso Extraordinario (P.C.C.E.)
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