NUEVO CICLO DE ENDEUDAMIENTO
La derecha prepara el retorno de nuestro país al pozo del endeudamiento externo. El objetivo no es financiar el desarrollo sino sostener el profundo ajuste sobre los ingresos del Estado nacional. Para cumplir con la usura de los fondos buitre, el gobierno de la Alianza Cambiemos resolvió emitir deuda por una suma que oscila entre los 15 mil a 20 mil millones de dólares, con una “quita” del 25% sobre los intereses punitorios aplicados por los reyes de la especulación financiera transnacional. De esta forma, golpean sobre uno de los pilares (tal vez el más importante) del proyecto liberador concebido con enormes sacrificios por Néstor y Cristina: la política de desendeudamiento soberano. Fue esta decisión, cuyo hito fue la cancelación en 2005 de la deuda total con el FMI, la que les granjeó el odio visceral del imperialismo norteamericano. No es llamativo entonces que hayan buscado raudamente restituirnos el grillete principal de la dependencia. Para ello apuran (como lo exigió Griesa) la derogación de las Leyes Cerrojo y Pago Soberano.
Se trata de un retroceso estratégico sobre el que debemos esclarecer sin descanso. Su impacto no será inmediato sobre el conjunto de la población ya que Macri recibió un país desendeudado. Lo que sí pega frontalmente es la brutal carestía de la vida. Tarifazos, escalada inflacionaria y megadevaluación (ya superior al 60%) han producido un verdadero estrago sobre el ingreso de los asalariados. El papelón en torno al anuncio de Ganancias (subieron el mínimo no imponible pero incorporaron al pago a 450 mil personas que antes no tributaban) se concatenó con otro papelón, como lo fue la resolución de la paritaria nacional docente, finalmente ratificada en torno al 40%. Quedó expuesta la preocupante impericia gubernamental (que además no podrá pisar los aumentos salariales). También la dirigencia sindical amiga tuvo que dar una pirueta en el aire y mostrarse un poquito más beligerante.
Transcurridos los primeros tres meses de gobierno, se conocieron sondeos de opinión que permiten pulsar el creciente malestar social. Por primera vez desde su asunción, son más los que desaprueban la gestión de Macri que aquellos que todavía la sostienen. Creció la imagen negativa del presidente y se redujo su ponderación. Sin embargo, el dato más revelador es el que muestra que luego de 12 años la situación económica (inflación y temor a perder el trabajo) constituye la principal preocupación social, superando a la mentada inseguridad. Más de 70 mil despidos en el sector público y privado, y aumentos de hasta el 60% en el precio de los alimentos consiguieron hacer mella pese al sólido blindaje de los medios masivos de comunicación. La destemplada (y torpe) diatriba en la apertura de las sesiones legislativas mostró a un Macri preocupado por dar sustento a su política de ajuste, demonizando una “herencia” que incluyó a millones de argentinos históricamente fuera del mapa, perdiéndose luego en vaguedades de campaña que viene balbuceando desde que se inició la contienda electoral, hace por lo menos un año.
El objetivo del enemigo es destruir al kirchnerismo, atacarlo por derecha y por izquierda, no dejar rastros de una experiencia histórica que produjo inéditos avances políticos, económicos y sociales para las grandes mayorías. No es casual entonces que comiencen a movilizar a jueces y fiscales para acentuar una persecución que no es nueva, pero que en la etapa actual apunta directamente a la compañera Cristina, replicando la misma metodología que utilizan con Lula en Brasil. El Poder Judicial es la última trinchera desde donde el poder real busca sostener y eternizar su hegemonía. Ello explica la citación a indagatoria por la venta de dólares a futuro (una decisión de política económica no judiciable que intentan hacer pasar por judiciable) que además el macrismo viró en un perjuicio para el país por haber promovido una megadevaluación, o la decisión de trasladar la causa Nisman al fuero federal para revitalizar la teoría del asesinato, a partir de la irrupción del ex agente Stiuso, cuyas terminales fueron y son la CIA y el Mossad.
Buscan también imponer una cortina de novedades judiciales para distraer, para ocultar los efectos sociales de una economía que creció en el 2015, pero que hoy se encamina hacia una profunda recesión. A esta estrategia le agregan el “respaldo del mundo occidental” al presidente (con Renzi, con Hollande y con Obama) aunque chocaron contra un iceberg en el Vaticano en el marco de un encuentro con el Papa Francisco signado por una extrema frialdad y ajustadísimo al protocolo. Los intentos posteriores por explicar el mal trago combinaron el ridículo con la soberbia propia de los factores de poder.
La derecha comienza a exponer públicamente sus internas frente a un escenario de agudización del conflicto social. Sin perder el tiempo, los yanquis ensayan alternativas de acuerdo a las diferentes circunstancias que se puedan presentar. Por eso disputan la hegemonía del PJ, buscan romper el Frente para la Victoria y aislar a quienes reconocemos en Cristina el liderazgo del vasto movimiento nacional y popular. Nuestro desafío es transformar esa adhesión en organización frentista y orientar el descontento social. Para ello, nuestro aporte como marxistas-leninistas es construir un fuerte Partido Comunista, arraigado bien abajo, vinculado políticamente con las masas a través de su acción política y su organización celular.
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