Aquel plan de incursión armada fue aprobado por el presidente de Estados Unidos Dwight D. Eisenhower, quien el 17 de marzo de 1960 ordenó iniciar el reclutamiento de los mercenarios de origen cubano, encargados del desembarco por la occidental provincia de Matanzas.
Según documentos históricos, a cada uno de ellos se le ofreció 225 dólares mensuales, más 50 adicionales por el primer hijo y 25 por los restantes. En total se destinaron inicialmente 4,4 millones de dólares, cifra que después se multiplicó.
La CIA estableció 13 campamentos de entrenamiento diseminados por Guatemala, Nicaragua, Estados Unidos y bases militares norteamericanas en Puerto Rico y la zona del canal de Panamá.
Días después de las elecciones en Estados Unidos, el 18 de noviembre de 1960, la CIA expuso al presidente electo John F. Kennedy los pormenores del plan y este aprobó la idea.
El 15 de abril de 1961, mientras la agrupación naval mercenaria navegaba rumbo a Cuba escoltada por buques norteamericanos de la Marina de Guerra, ocho bombarderos B-26 pintados con insignias de la Fuerza Aérea cubana, bombardearon dos bases de la aviación y un aeropuerto civil.
Después, en el sepelio de las víctimas del ataque,, fue proclamado el carácter socialista de la Revolución y se decretó el estado de alarma de combate para el país. En esta fecha se celebra cada año el Día del Miliciano.
A la vez que se intensificaba el apoyo a los grupos mercenarios enclavados en La Florida y encargados de las acciones terroristas contra Cuba, se desató una campaña mediática cuyo objetivo era asegurar la futura agresión directa.
Se satanizaron las medidas revolucionarias adoptadas en beneficio popular, como la reforma agraria que entregó la tierra a quienes la trabajaban, o la reforma urbana, liquidadora de los llamados casa-tenientes, explotadores de la necesidad popular de viviendas.
Prensa y políticos de numerosos países, ligados al plan desestabilizador, vincularon la apertura de Cuba a las relaciones con todos los estados a un supuesto ataque de la Unión Soviética al más importante bastión capitalista y a sus aliados en Latinoamérica.
Estados Unidos volcó todo su poderío de propaganda a convencer al mundo, mediante falsas noticias, de la existencia de una rebelión interna del pueblo cubano y del respaldo a un ”gobierno en el exilio” constituido por políticos tradicionales y corruptos.
El desembarco en Cuba de la denominada Brigada 2506 comenzó el 17 de abril y la misma reunía características similares a las unidades de asalto anfibio de las fuerzas armadas de Estados Unidos. Tenía unos mil 500 hombres armados, tanques y artillería de campaña.
Las fuerzas cubanas estaban integradas por combatientes del Ejército Rebelde y de la Policía Nacional Revolucionaria, pero el grueso eran milicianos voluntarios con escasa o ninguna experiencia combativa.
Dirigidas personalmente por el líder de la Revolución, Fidel Castro, las tropas cubanas no dieron tregua al enemigo y a las 17:30 hora local del 19 de abril, la invasión estaba sofocada.
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