El candidato es el proyecto
El rol de Cristina ya es insustituible por diversos motivos, no sólo en la vida política nacional, también en la disputa de los pueblos por un mundo multipolar. Sea por su labor sin precedentes al frente del Ejecutivo, por su conducción política de un movimiento de masas que contiene y trasciende al peronismo, por su liderazgo latinoamericano o su papel en la lucha de ideas, Cristina es (evocando a Bertolt Brecht) una de las imprescindibles. Esto es lo que explica la vigencia del proyecto político nacido el 25 de mayo de 2003.
El enemigo buscó por todos los medios desplazar a la Presidenta de las definiciones electorales: su última apuesta de envergadura fue el ‘cisne negro’ que intentaron imponer con la muerte de Nisman. No sólo no prosperó, sino que los trazos principales (los secundarios también) de la batalla electoral los está determinando Cristina. En los debates generales, en la confrontación con la derecha, pero también al interior del Frente para la Victoria.
Uno de los elementos fundamentales es el contenido de lo que se discute: no es una elección entre candidatos sino de proyectos políticos, de programas, de objetivos. ¿Se va a profundizar la política de desendeudamiento? ¿La posición frente a los buitres y la timba financiera? ¿Se van a sostener las empresas reestatizadas? ¿Argentina seguirá siendo símbolo de la lucha por Memoria, Verdad y Justicia? ¿Se va a garantizar la inyección de recursos en las franjas más humildes? ¿Cómo? ¿Cuáles van a ser los intereses afectados? ¿Se va a sostener la Ley de Medios y su esencia antimonopólica? ¿Vamos a seguir garantizando la inclusión jubilatoria? ¿Y el lugar de la Argentina en el mundo? ¿Con América Latina o encadenados nuevamente a los yanquis? Aunque la derecha no lo explicite, conocemos sus respuestas.
En el marco de esta disputa general la compañera Cristina estableció un conjunto de orientaciones dirigidas al seno del Frente para la Victoria. En el mismo momento en que homenajeó a Néstor y a Chávez (cuyas figuras presiden el Salón de los Patriotas Latinoamericanos de la Rosada) y nos habló de su entrega militante, los sacrificios personales y la preparación de las futuras generaciones para asumir los nuevos desafíos, les habló también a quienes anteponen las aspiraciones individuales sobre los proyectos colectivos. No es la primera vez que advierte sobre la feria de vanidades que pueden lesionar la unidad y cohesión de una fuerza política, perdiendo de vista lo principal, que es la defensa y profundización de lo conquistado y la lucha por otra década de conquistas.
Cuando pide un “baño de humildad”, deponer personalismos y evitar mezquindades no sólo interviene en cuestiones electorales: hace docencia política para los centenares de miles de militantes comprometidos con el proyecto nacional, que son los que tendrán que garantizar la continuidad del rumbo antineoliberal en nuestra Patria. Y advierte también sobre la penetración cultural. ¿Cómo? Se preguntó cuántos conocían la Batalla del Dniéper, donde murieron 3 millones de soviéticos combatiendo a las hordas nazis durante la Segunda Guerra Mundial, en contraposición al tan cinematográfico desembarco en Normandía. Los yanquis, felices.
Cómo no vamos a sentir orgullo los comunistas de la compañera Cristina y del proyecto político que produjo un cambio monumental en la vida de las grandes mayorías nacionales. Estamos más convencidos que nunca del aporte que debemos realizar, que es el de convocar y organizar a todos aquellos que desde posiciones de izquierda se sienten identificados con las transformaciones producidas en nuestra Patria. Fuimos y somos concientes de que no habrá cambios estructurales en nuestro país sin la participación de las masas peronistas. Sin embargo, consideramos que con el peronismo sólo no alcanza. Cristina es la bandera de unidad, y bajo esa bandera nos afirmamos en el camino hacia nuestra segunda y definitiva independencia.
Editorial de "Nuestra Palabra", periódico del Partido Comunista C.E. (P.C.C.E.)
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