La confrontación con el imperialismo en nuestro país se expresa hoy en la batalla abierta a partir de la extorsión de los fondos buitre. Por eso es causa nacional y divisoria de aguas. Y es una lucha que trasciende las fronteras argentinas para convertirse en reivindicación común de aquellos pueblos y gobiernos dispuestos a resistir los intentos restauradores de la hegemonía global del neoliberalismo. Hasta ahí, lo principal. Con firmeza, inteligencia y un audaz manejo de los tiempos, el gobierno nacional desplegó sus armas en los frentes político, económico, judicial y diplomático, con un objetivo inicial: aislar a los buitres en el concierto de las naciones y revertir cada provocación lanzada por los popes de la usura internacional a través de su juez Griesa. En última instancia, que ellos asuman los costos de la hecatombe que promueven. Por eso recularon y no embargaron el pago a los bonistas que ingresaron al canje, aunque sí impidieron el cobro.
En simultáneo, se multiplicaron los respaldos a la Argentina de las principales organizaciones regionales y multilaterales, incluida Naciones Unidas, concientes de los riesgos de una profundización de la crisis económica y financiera global. Algunos con genuina convicción, otros con genuino interés financiero en los procesos de reestructuración de deuda, que caerían definitivamente si se cristalizara el fallo de la justicia norteamericana. La posición resbaladiza de la administración Obama, que luego de un tímido apoyo pide que se respete la independencia del sistema judicial estadounidense, nos permite identificar con claridad que son poderes autónomos los que cortan el bacalao en las decisiones finales de los yanquis, cuya primacía unilateral se encuentra evidentemente amenazada.
En este contexto de lucha por un nuevo orden mundial debe ubicarse la visita a nuestro país del presidente chino Xi Jinping prevista para agosto, a la que se incorpora la del ruso Vladimir Putin en julio, en los marcos de la Cumbre de los BRICS que se realizará en Brasil y a la que fue formalmente invitada la compañera Cristina. En la última década, más del 50% del crecimiento económico internacional ha provenido de los países integrantes del BRICS. Fue y es la locomotora indiscutible en los marcos de la crisis del neoliberalismo. Se espera que en el próximo encuentro en Fortaleza se concrete la creación de un nuevo Banco Multilateral de Desarrollo, que contaría con un capital inicial de 50.000 millones de dólares. Esto provocaría un daño objetivo al rol preponderante del FMI y su grillete de condicionamientos. Por este mismo andarivel avanzan los proyectos de cooperación entre Rusia y China relacionados a la financiación comercial a partir del uso de sus monedas locales. Recientemente, los Bancos Centrales de ambas potencias emergentes resolvieron la sustitución del dólar por el rublo y el yuan en todas sus transacciones bilaterales, lo que debilita aún más a la divisa norteamericana como moneda de reserva mundial.
Este es el frente de aliados de la Argentina, y por esto también es sometida a escarmiento. Cristina, sin embargo, lejos de retroceder avanza con renovada iniciativa. Luego de un primer semestre donde se pudieron contener las esquirlas del intento de golpe de mercado que se inició en noviembre y concluyó en enero, se prevé una dinamización de las principales variables económicas. Más de 350 mil millones de pesos se inyectarán al mercado interno tras el cierre exitoso de las paritarias, el aumento en las asignaciones, el Progresar, la nueva moratoria para jubilados, la ampliación del Procrear, los créditos a tasas bajas para los 0 km., y podríamos seguir. Por otra parte, las reservas del Banco Central (nuestro principal colchón frente a las corridas y maniobras especulativas) superaron días atrás los 29 mil millones de dólares, incorporando 1120 millones desde el piso que tocaron en mes de abril. Los fantasmas que tanto agitaron se empiezan a diluir.
Será fundamental nuestra labor de esclarecimiento en el seno de nuestro pueblo, no considerar nada por sabido. Los medios monopólicos van a ocultar el origen de las dificultades y van operar políticamente sobre las consecuencias económicas y sociales; distorsionando, confundiendo, canalizando para sus intereses los efectos de una grosera acción desestabilizadora. Por eso la consigna es Patria o Buitres, y la única forma de resolver esta disputa es con Cristina y la consolidación del Proyecto Nacional.
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