La disputa trasciende las fronteras argentinas y divide aguas en el escenario internacional. En respaldo de nuestro país cerraron filas la CELAC, UNASUR, los BRICS y días atrás el G-77 + China reunido en Bolivia. Todos poderosos instrumentos del mundo multipolar. También naciones hundidas en crisis terminales que buscan reestructurar sus deudas. Incluso aliados circunstanciales miembros del G-20. Pero el hecho sobrepasa también la coyuntura específica e incorpora un debate más general. Cuál es el destino del mundo bajo el imperio de la especulación, de la timba, del dinero ficticio. En diferentes oportunidades el compañero Fidel alertó, con precisión científica, sobre la contradicción principal que hoy sacude al planeta: es la oligarquía financiera transnacional o la existencia misma de la humanidad. Con otros términos, la compañera Cristina ahondó sobre el mismo enfoque días atrás: “Puede parecer una consigna idealista o tal vez utópica: ‘Hacia un nuevo orden mundial para vivir bien’. Si no lo hacemos a tiempo, deberíamos hasta suprimir la palabra ‘bien’, porque vamos a tener que llegar un día a convocar a una reunión que diga simplemente: ‘Hacia un nuevo orden mundial para poder seguir viviendo’”.
Los fondos buitre son la escoria del movimiento especulativo, se mueven entre la carroña como son los activos financieros de países quebrados. La deuda emitida bajo legislación extranjera (resabio estructural de la dependencia neoliberal) es lo que les permite jugar de local en este tipo de maniobras, generando el escenario artificial y prefabricado de una Argentina al borde del abismo. El momento tampoco es casual, nuestro país venía liberándose de escollos financieros (CIADI-Repsol-Club de París) que trababan nuestras posibilidades y eran pasto además para la desestabilización económica, con eje en el dólar principalmente. Pero ya lo dijo la Presidenta por cadena nacional, “no vamos a ser sometidos a ninguna extorsión”. Ni de afuera ni de adentro. Lo anunció nuestro ministro de Economía Axel Kicillof, esto no nos sorprende, por eso se instrumentarán los mecanismos necesarios para preservar nuestra política de desendeudamiento, nuestra estabilidad y nuestra soberanía.
La Argentina, mal que les pese a algunos, conforma el pelotón de vanguardia de los que se plantan y desafían las imposiciones del imperialismo, y luchan con voluntad de acero porque un mundo mejor no solo es posible, es el único posible. Cristina es la conductora del proyecto nacional, la líder de nuestro pueblo, y ejerce también un liderazgo fundamental en el concierto de las naciones emergentes. Por eso, que quede claro: Cristina no está sola. Estamos tranquilos y seguros. No pasarán.
Editorial del periódico "Nuestra Palabra" del PCCE
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