Contra los buitres
de adentro y afuera
Pocas veces en nuestra historia como en la actualidad se ha delineado con tanta nitidez la confluencia de intereses internos y extranjeros sincronizados con precisión para sojuzgar la soberanía de una Nación. La batalla abierta con los fondos buitre nos permite en primer lugar identificar con claridad al enemigo principal, que es el imperialismo y su pretensión de restablecer de cualquier manera la hegemonía global del neoliberalismo. La compañera Cristina nos habló de bombardeos y misiles financieros. Esta es la discusión de fondo. La denuncia presentada ante La Haya contra los Estados Unidos señala responsabilidades concretas en el caso argentino. Fronteras adentro, la confrontación ha contribuido a desmezclar un tanto más el escenario político nacional, ya sin espacios para la confusión ni las ambigüedades.
El gobierno nacional marca la cancha y rápidamente se ordenan en fila los diferentes actores delegados del poder real en nuestro país. Sean políticos, económicos, sindicales, comunicacionales o eclesiales, el entramado neoliberal, por derecha y por “izquierda”, va a resistir. Así va a ser la lucha, sin cuartel.
Frente a la decisión de aplicar la Ley por Delitos Económicos (aprobada en el marco de la sanción de la llamada Ley Antiterrorista) contra una multinacional norteamericana por la quiebra fraudulenta de la gráfica Donnelley, se autoconvocan en las puertas del Parlamento para exigir su derogación. Frente al envío de tres proyectos de ley que incorporan modificaciones en materia de defensa del consumidor, defensa de la competencia y ley de abastecimiento, todas apuntadas a combatir las prácticas extorsivas de las grandes empresas y monopolios (ver pág. 2), otra vez se autoconvocan en las puertas del Parlamento, el establishment empresarial reúne al Grupo de los Seis, denuncian “chavización” y adelantan acciones en el permeable Poder Judicial previendo las consolidadas mayorías legislativas del Frente para la Victoria.
Párrafo aparte merece el proyecto de Ley de Pago Soberano remitido por la Presidenta días atrás. El objeto es sortear el bloqueo impuesto por el buitre Griesa, efectivizar el pago de los próximos vencimientos para los bonistas reestructurados, y posibilitar también un cambio de legislación para evitar, en definitiva, que un juez municipal de otro país someta alegremente a una nación soberana a un proceso de desestabilización económica y financiera. La oposición, confundida, otra vez en causa común con los buitres. Cristina, siempre para adelante, avisó que “no nos van a poner de rodillas”.
Tras el anuncio de un “default” sólo concebido para generar pánico, lanzaron lo que era previsible: una nueva corrida sobre el dólar. Exigen con megáfono una devaluación, los exportadores no liquidan divisas, los bancos inflan el “blue”, etc. En simultáneo, vuelven con la bandera de la inflación (cuya desaceleración es palpable) sobre la base de una “emisión monetaria descontrolada”, explicando así el aumento del gasto público del 50% anual durante el primer semestre del año. Son los mismos que hace algunos meses denunciaban el “ajuste” y que ahora impulsan un nuevo paro general ante la evidencia de que otra vez se les puede escapar la tortuga. Por eso van a hacer lo imposible para construir, permanentemente, un escenario de zozobra.
Preveían un camino sin riesgos de cara al 2015, por eso reaccionan día tras día con mayor virulencia. Con la iniciativa en sus manos, el gobierno sigue regulando los tiempos y alcances de la confrontación. Cada paso, cada movimiento de Cristina, genera condiciones objetivas para avanzar en el camino del esclarecimiento, en el desarrollo de la conciencia, con la certeza de que esas convicciones sólo trascenderán a través de la organización. Ese es el desafío principal de nuestra militancia. ¿Los tiempos electorales? También los definirá Cristina.
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